a Costa del Sol, pulmón económico de Andalucía, ha quedado excluida del corredor ferroviario del Mediterráneo. Es un hecho, sí, pero también una verdad a medias, porque el trazado sí pasa por Antequera, a la que se quiere convertir en nudo logístico andaluz, lo que ya es de facto. Además, la ciudad del Torcal se conecta al eje central que sube hasta Madrid.
La refriega política en torno a la decisión que tomó el miércoles la Unión Europea (UE) sobre los cinco ejes ferroviarios del país se ha amplificado, tal vez, por la cercanía de las generales, pero lo cierto es que la realidad se distorsiona si se refleja en un espejo cóncavo. Pese a ello, los responsables empresariales o logísticos dan su opinión sin estridencias, aportando algo de sentido común a la polémica: el hecho de que el corredor obvie el litoral malagueño perjudica, pero, en el fondo, es un mal menor.
¿Por qué es un mal menor? Hay un choque de filosofías: la red de corredores se concibe precisamente para trasportar mercancías y la provincia exporta. Sólo el 1,1% del tejido empresarial malagueño, formado por más de 48.000 sociedades, está internacionalizado. Esas nuevas vías serán recorridas por trenes de altas prestaciones, que circulan a 200 o 250 kilómetros por hora, 50 menos que el AVE, y que admiten, según la demanda, pasajeros y mercancías. Por tanto, el hecho de que trenes que llevarán en su mayoría diferentes productos a distintos lugares de Europa lleguen hasta una ciudad, y su área de influencia, más basadas en el turismo, y por tanto en la movilidad de viajeros, no tiene sentido.
Todo dependerá del uso que se dé a los trenes que recorran los distintos ejes: si se apuesta por llevar pasajeros en su mayoría, sí será perjudicada Málaga; si lo que se transporta son mercancías, no tanto. O casi nada.
Los datos avalan estas afirmaciones: el gerente de Málagaport, Sebastián Camps, explica que el 95% de los contenedores que llegan al puerto de Málaga parte hacia otros lugares en buques. Sólo el 5% se queda o sale del recinto. Y si sale, lo hace a través de Antequera, bien por ferrocarril –mínimamente usado hoy en día– o por medio del camión –medio mayoritario–.
«La salida natural de Málaga es Antequera y el puerto seco, por tanto, es fundamental; se confunden pasajeros con mercancías. Por mar ya estamos conectados, pero lo cierto es que Málaga es la gran beneficiada por el hecho de que el Corredor Central y el Mediterráneo confluyan en Antequera», indica.
Éste recuerda que el puerto ya se une a la estación María Zambrano, y de ahí a la ciudad del Torcal, por ferrocarril. En época de bonanza salían cinco o seis trenes diarios. Hoy menos, reconoce Camps. «He leído que Málaga no está conectada con Algeciras por ferrocarril, pero ya lo estamos por mar», indica el gerente de Málagaport.
Eso sí, la conexión del puerto con Antequera por medio del tren es mala y ya hay un proyecto, en dique seco, por cierto, para soterrar las vías en la ciudad. Si Málaga vive del turismo, tal vez sería más necesaria la conexión entre Nerja y Manilva por el tren litoral, un concepto de movilidad diferente al transporte de mercancías: mientras que en el segundo se trata de máquinas de largo recorrido, en el tren de la Costa se habla de Cercanías o metro, con paradas cada pocos kilómetros para vertebrar los municipios costeros.
Son visiones distintas de la movilidad que se entrelazan con las características económicas de una provincia que, más que exportar, vive del turista. Camps define el hecho de que el Corredor Mediterráneo llegue a Antequera desde Almería, aunque obviando las costas granadina y malagueña, de «pelotazo».
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