jueves, 16 de mayo de 2013

Las sociedades desarrolladas asumen y aceptan la inseguridad del transporte.


                     INFLUENCIAS SOCIALES DEL TRANSPORTE:
Aparte de los principales impactos ambientales del transporte, existen otros que tienen un reflejo social de gran trascendencia y que afectan de manera directa a la salud de los seres humanos.

Entre ellos se encuentran los accidentes producidos por el tráfico, la ocupación del suelo y la segregación espacial y social.
Accidentes:

Según estimaciones de la Dirección General de Tráfico, desde mediados de siglo el automóvil se ha cobrado más de 200.000 vidas humanas y ha generado más de tres millones de heridos en España. Por consiguiente, la gravedad social de este fenómeno no admite dudas de que supone un punto importante en el discurso de la actividad del transporte.

El hecho de que se produzcan en España en torno a los 5.000 muertos por año en la década de los 90 puede parecer alarmista; sin embargo, es curioso observar cómo las sociedades desarrolladas asumen y aceptan la inseguridad del transporte en su más cruda expresión y sin embargo reaccionan de distinta manera cuando en una catástrofe fallecen unos pocos ciudadanos.

Constituye, por tanto, una legitimación social que supera a cualquier otra actividad.
En el caso de Aragón, la siniestralidad alcanza sobre el 4 % nacional, lo que supone unos 200 fallecidos por año en nuestras carreteras, de los que más de la mitad están concentrados en la provincia de Zaragoza.

Estas cifras de siniestralidad en Aragón son equiparables a su situación general en el marco español, pues sólo tienen valores inferiores las Comunidades Uniprovinciales.
A veces, una manera subliminal de desvirtuar la gravedad de un hecho real es modificar el concepto de los términos.

Así nos podemos encontrar con un elemento poco conocido como el de peligro y riesgo, de forma que la Seguridad Vial los utiliza con cierta profusión, pero que en ocasiones se presta a una incorrecta interpretación.

Es interesante observar esta contradicción en los peatones y ciclistas, habida cuenta que objetivamente no representan peligro para nadie, pero en cambio son extremadamente vulnerables, y debido a que los usuarios son los que registran mayor riesgo de lesiones se dice que son modos de transporte “peligrosos”. Todo ello, claro está, frente a los modos de transporte denominados como “seguros” (automóvil, ferrocarril, etc.).
Así pues, los accidentes de tráfico son consecuencia del propio desarrollo de la humanidad, pero un desarrollo que comporta gran número de fallecidos que es urgente reducir.

Para ello las medidas no deben ir solamente en la línea de educar a los peatones y conductores, sino en la adecuación de los medios de transporte a las características de la circulación, como por ejemplo adaptar la velocidad de los vehículos a la permitida por la normativa vigente.

Marta Salazar De Funes, Juan Francisco Lozano y Patricia Pomares.

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