lunes, 8 de abril de 2013

HISTORIA DEL TRANSPORTE


            Desde sus inicios, el desarrollo del transporte ha mantenido una estrecha relación con las transformaciones económicas y sociales. La existencia de las primeras ciudades de la antigüedad dependió en gran medida de las posibilidades de los medios de transporte; las primitivas civilizaciones se agruparon precisamente alrededor de las vías fluviales y cerca del mar, dada la mayor facilidad del transporte fluvial y marítimo. Este fue siempre por delante del terrestre, por lo menos hasta el s. XVIII. Desde la edad del bronce, y sobre todo ya en la edad del hierro, las naves cretenses, egipcias, fenicias, griegas y romanas, descubierta ya la vela, permitieron la rápida extensión de las ciudades  y del comercio en el Mediterráneo y el mar Negro. Más ligados al desarrollo de la vida agrícola se han de situar los primeros grandes descubrimientos del transporte terrestre, mediante la utilización de la fuerza animal y de la rueda: primero la rastra y después el carro facilitaron, a partir de la edad del bronce, la extensión de la agricultura. Por otra parte, la construcción de una red viaria por los persas y, sobre todo, por los romanos tuvo entonces un valor más administrativo y militar que económico. Importantes avances técnicos en la navegación acompañaron durante los ss. XI-XIII la revolución comercial europea: la brújula y el timón de codaste permitieron los viajes por mar abierto. Destacaron entonces los modelos de naves de quilla profunda, frente a la galera mediterránea (rápida, pero de poca capacidad); finalmente, la coca terminó por transformarse en carabela, que habría de ser el instrumento de los grandes descubrimientos oceánicos de los ss. XV-XVI. Durante el s. XVIII ( e incluso buena parte de la primera mitad del s. XIX ), pese al impulso dado a las carreteras y la sustitución de los viejos barcos (que tardaban en cruzar el Atlántico cuarenta días),por los clippers, los medios de transporte continuaron utilizando la energía limitada del viento, de las corrientes de agua o la fuerza muscular animal o humana, y sus posibilidades eran insuficientes frente a las necesidades económicas.

            La revolución de los transportes se inició hacia 1820 con la generalización de la aplicación de la máquina de vapor a los medios de transporte (primeros intentos en este sentido tuvieron lugar en la navegación a finales del s. XVIII). Por otra parte, el uso del hierro en la construcción se inició también hacia 1840, dando lugar a la aparición del paquebote. A partir de entonces, conquistados ya los avances técnicos esenciales, las embarcaciones aumentaron la longitud. Gran Bretaña controló hasta 1914 más de la midad de todo el tonelaje mundial. Sin embargo, fue el ferrocarril, que también surgió del encuentro de la siderometalurgia y de la máquina de vapor, el medio de transporte que conoció un desarrollo más prodigioso (en 1850,35000 km en todo el mundo; en 1914, 1000000). Permitió un crecimiento considerable del tráfico de mercancías y de pasajeros, la especialización de las regiones en el plano nacional (así como el crecimiento del transporte por mar había facilitado la especialización a nivel internacional), el desarrollo de las carreteras secundarias (al encuentro de la estación de ferrocarril), la modificación del poblamiento y, en su conjunto, una mayor vida económica en el interior. El ferrocarril derrotó plenamente a la política de canales abierta en 1760 y cerrada de hecho hacia 1830. En definitiva, la revolución de los transportes del s. XIX significó: para la agricultura, la posibilidad de nuevos mercados; para las ciudades, la limitación de las crisis de aprovisionamiento; para la industria, su concentración cerca de los puntos de llegada de materias primas. Por otra parte, dio lugar a la formación de nuevas grandes industrias internacionales (sobre todo, la de los ferrocarriles y de las grandes compañías de navegación). Posteriormente, los grandes buques impusieron a su vez el desarrollo de grandes puertos, así como la modificación de las técnicas de su construcción.

            Después de la segunda guerra mundial, el automóvil y el camión se han impuesto en el transporte a cortas distancias, lo que ha provocado una reestructuración de las líneas férreas en los países desarrollados, así como la búsqueda de perfeccionamientos técnicos; la electrificación y la dieselización, que han dado origen a la casi total desaparición de las locomotoras de vapor.

           

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